El México emprendedor en el prólogo de la cuarta transformación
Ciudad de México, 05 octubre , 2018.
Dr. Isaac Lucatero Castañeda
Dentro de los muchos sinsabores con que el sexenio del aún presidente Enrique Peña Nieto transcurrió, no podemos dejar pasar por alto algunas de las acciones positivas que se generaron en estos 6 años. Una de ellas, fue el empuje que se dio de manera importante al emprendimiento.
Críticas sobre “los cómo”, “los porqués” y “los a quién” existirán siempre; lo que es un hecho es que se tomaron acciones que sin lugar a duda fueron la chispa de ignición para que la figura del emprendedor y el emprendimiento estuviera en la agenda nacional, y fueran el epicentro de los programas a todos los niveles (federal, estatal y municipal).
Como muchos mexicanos, también me encuentro ante la incógnita de qué vendrá para el país; mejor o peor, no lo sé; lo que sé, es que será diferente.
Algo que no debemos dejar pasar por alto y que debe mantenerse en el centro de la agenda nacional; sobre todo, si el desarrollo económico y social es prioritario como se mencionó de forma reiterada en las campañas electorales, es que el emprendimiento y el progreso de las micro, pequeñas y medianas empresas, y su papel en el desarrollo económico del país, deberá ser una piedra angular en el nuevo gobierno.
Hace tres meses dentro del sitio web de la revista Entrepreneur se publicó una entrevista realizada al Presidente Electo, que enmarcaba cual sería el tono y color en el que el nuevo gobierno abordará estos temas. En específico en el artículo titulado: “Este es el plan de López Obrador para los emprendedores” publicado el 2 de julio de 2018 y sobre el cual baso mi opinión.
Durante campaña, López Obrador habló de la creación de laboratorios de innovación; ampliar las redes de incubadoras y aceleradoras; fondos para las empresas medianas; apoyar el desarrollo de alta tecnología en energías limpias y en programación y robótica. Para esto, mi comentario es que todas y cada una de estas actividades y acciones son fundamentales para mantener y hacer crecer un ecosistema que genere dinamismo económico y social; hay que lograr que estas iniciativas retomen el buen trabajo que ya se ha realizado en algunos estados y municipios, y buscar que se repliquen a nivel nacional.
Algo que ha hecho mucho daño sexenio tras sexenio es el adanismo con el que se actúa; esto quiere decir, que se comienzan nuevas acciones dando por hecho que todo lo anterior está mal.
Embeber esos proyectos con éxito probado, en programas con impacto e impacto en el desarrollo nacional y regional a corto, mediano y largo plazo; así como, desarrollar programas educativos que aprovechen las experiencias de acciones que ya están desde hace unos años atendiendo está gran necesidad de empoderar a la población con plataformas que incentiven el emprendimiento y el desarrollo de habilidades tecnológicas, es vital, no inventar, no rehacer, exponenciar prácticas exitosas es fundamental.
Uno de los grandes temas que debe de estar en la agenda de desarrollo económico es trabajar en la productividad de las MiPyMES, el músculo productivo del país está ahí; aglutinan el 72% del empleo y generan el 52% del PIB. Aquí hay un problema claro y lo ejemplifico con una metáfora: si México fuera una persona, sería una persona corpulenta (muchas MiPyMES) que aparentemente tiene fuerza, pero realmente esos músculos débiles y no generan el empuje que deberían brindar. Nutrir a esas MiPyMES a través de transformación digital; con acceso a nuevos mercados; estableciendo vinculación real y virtuosa con universidades, que promuevan como las empresas pueden hacer y ser más, desarrollando sus capacidades individuales y colectivas, generaría un círculo virtuoso de productividad y por ende, de desarrollo.
Sea lo que sea que se decida hacer con los organismos que actualmente existen para apoyar el desarrollo micro, meso y macro económico del país, hoy más que nunca nosotros como mexicanos tenemos y nos urge desarrollar nuestro espíritu emprendedor. Estamos ante la antesala de un país como quizás no lo hemos vivido en la historia moderna, con estilos de liderazgo que nacen de una historia llena de sinsabores y frustraciones al haber creído y empoderado a pseudolíderes que solamente usaron el poder como mecanismo oligárquico que generó inequidad y un país que hoy se manifestó y optó por opciones diferentes que de principio nos hacen cuestionarnos si las decisiones que tomamos son las correctas. Resiliencia, capacidad de recuperarnos del fracaso y, sobre todo, encontrar oportunidades donde nadie las ve, debe ser la definición de nuestra actitud como sociedad, convertirnos en ser solución a nuestros problemas; empoderarnos a nosotros mismos para resolverlos, y pasar de una cultura del bienestar a una cultura del bien común. México necesita ser el país emprendedor que se distinga no por definiciones de unos cuantos, sino por su capacidad de poder emprender una nueva historia, donde unos pocos no sean de nuevo los que decidan qué sigue, sino donde nosotros seamos los artesanos de nuestro nuevo destino.
Hoy nuestro destino está en nuestras manos, más allá de instituciones o de la mayoría en los poderes; nuestro destino se encuentra en la capacidad que tengamos como emprendedores para reinventar nuestro presente y, por ende, nuestro futuro; el futuro de México es INNOVADOR, EMPRENDEDOR, ESTRATÉGICO y GLOBAL.
Y no serán las decisiones a través de consultas populares, ni de la práctica de adanismos ni las prácticas de gatopardismos políticos. La única forma en que México dejará de hacer las cosas iguales es abordando una cultura emprendedora basada en la generación de valor y productividad; y sólo así, comenzaremos a hacer las cosas diferentes, mejores, y que nos permitan obtener los resultados que soñamos y merecemos, como la gran Nación que sabemos que somos.
Director Regional CDMX
Instituto de Emprendimiento Eugenio Garza Lagüera
